La primera intención es dar a conocer esta tierra a nuestros clientes y amigos mostrándoles los rincones más interesantes y entrañables y al mismo tiempo agradecer su amistad y confianza, sin la cual nuestro trabajo no tendría sentido.
Niñez, el vínculo con la tierra. Juventud, el aprendizaje. Madurez, la tranquilidad.
En 1950 nací en el mas del Baubo, de la pareja formada por Ramón y Elvira que ya tenían dos hijos: Ramón y Pepito. Me pusieron Salvador y yo doy gracias. Dos años más tarde vino la pequeña, MªElena.
Desde un principio ya supe que la vida era dura y tenía que trabajar. En casa pero no faltó ni la alegría ni la comida. Cada uno hacía lo que le tocaba para sacar adelante la familia. Con 6 años ya llevaba un rebaño de ovejas y mi hermano uno de cabras.
Aprendí todas las artes y técnicas de supervivencia como habían hecho todos los demás. La madre nos enseña lo que ella sabía en las largas noches de invierno al lado del fuego y a la luz de candil. En 1963 pero la madre decidió irse a vivir al pueblo entre otras cosas porque la pequeña pudiera ir a aprender de letra.
Cuando tenía 16 años, mi padre vendió el rebaño y me causó un buen disgusto. No querían que me quedara solo a la masia. A partir de ese momento empecé a trabajar en el diario en todo lo que salía. Ganaba 125 pesetas al día!
Comienzo a fijarme en las chicas. Hay una que me entra por el ojo derecho. La Pepita, la mujer de mi vida.
Al 67, sin el permiso de mi padre, me fui a la Costa Brava a hacer la temporada de verano, aprendí el oficio de cocinero, empezando fregando platos, después entremeses y finalmente a los fogones. Los 4 años últimos acompañado de Pepita, su madre y su hermano.
Con el dinero ahorrado decidimos comprarnos un terreno donde hacer nuestro hogar. En esto que el pueblo se quedó sin fonda y del Ayuntamiento nos animaron a que abriéramos una nosotros.
Muchas horas de valorar y pensar y finalmente nos decidimos a dar el paso. Una pequeña y modesta fonda, pero nuestra y en Horta!
Reformas, obras…, el 21 de febrero boda con Pepita, el 17 de Marzo día de St. Salvador inauguración y primer cliente y que todavía nos honra con su bonita amistad. Todo era poco para complacer al cliente!
Principios duros pero superados y compensados con el regalo de nuestras hijas, Anna y Nuria.
Con el tiempo la fonda se queda pequeña. Otro empuje y animados para mejorar la oferta pasamos a construir un nuevo edificio, y que hemos ampliado hasta el día de hoy. Las nuevas instalaciones con las comodidades y mejoras que nuestros clientes merecen, han sido pensadas para hacerlos sentir como en su casa.
Dicen que el agradecimiento, es la memoria del corazón y así es como queremos con este escrito demostraros el nuestro.